El 12 de marzo en Lansing, Mich. los departamentos de policía local convirtieron dos casas vacías en South Hayford Avenue en un campo de entrenamiento para SWAT.
Lo hicieron sin avisar con antelación a los residentes y, en su lugar, el día del entrenamiento fueron descuidadamente a llamar a algunas puertas de los alrededores. Los vecinos se vieron sometidos a ruidos explosivos, sonidos de ventanas rompiéndose y puertas golpeadas con un ariete, mientras decenas de policías bajaban al barrio de Urbandale en un vehículo policial del tamaño de un autobús escolar.
El ruido era tan ensordecedor que más policías se presentaron en el lugar para responder a esta actividad delictiva. Cuando llegaron los nuevos policías y vieron que eran los responsables eran de los suyos, se dieron la vuelta para marcharse. Al ser confrontados por un residente enojado en la calle, el policía respondió: “Todo esto es perfectamente normal”. Esto no es normal, o al menos no debería serlo.
El barrio de Urbandale está situado en la planicie aluvial de Lansing, una zona de la ciudad susceptible de sufrir inundaciones extremas cuando el río Grand se desborda. En 1975, una tormenta llevó al Grand River a una cresta de más de 4,5 metros. El barrio de Urbandale quedó inundado, con casi 100 casas rodeadas de agua, algunas hasta las señaléticas de las calles. Aunque el barrio se recuperó, desde entonces la ciudad ha intentado disuadir a los residentes de vivir en este barrio.
Muchas casas han sido robadas mediante ejecuciones hipotecarias y luego rápidamente demolidas. La zonificación prohíbe reconstruir las viviendas o mejorar sustancialmente las existentes. La FEMA ha proporcionado a la ciudad millones de dólares en subvenciones para cubrir el coste de la compra y demolición de las viviendas existentes, muchas de las cuales estaban en condiciones perfectamente reparables, mientras que los propietarios no pueden optar a subvenciones federales para reparaciones muy necesarias, incluida la reducción del plomo.
Urbandale es históricamente uno de los barrios obreros más antiguos de la ciudad. Los precios de la vivienda han sido generalmente más bajos en este barrio que en otras partes de la ciudad, por lo que es uno de los pocos lugares que quedan en Lansing donde las familias bajos recursos pueden poseer sus propias casas. Muchas familias han vivido en Urbandale durante generaciones. El barrio es hermoso y suele ser bastante tranquilo, sus calles están bordeadas de árboles maduros y en muchos de sus loteos abiertos crecen abundantes jardines. Pero para la ciudad de Lansing, este barrio y sus residentes son, en el mejor de los casos, una carga potencial y, en el peor, un inconveniente que se interpone en el camino de un “desarrollo” más lucrativo.
La ciudad no ha dejado claros sus planes definitivos para el barrio de Urbandale, pero a sólo media milla al este, en esta misma planicie aluvial, se han erigido condominios de lujo, restaurantes carísimos y tiendas de alta gama para atender a los estudiantes ricos de la MSU. Este hecho no ha pasado desapercibido para los residentes de Urbandale, muchos de los cuales especulan nerviosos sobre el destino del barrio.
Mientras miles de residentes de Lansing luchan por encontrar una vivienda asequible, la ciudad derriba casas habitables, pero antes suelta a sus perros policiales para que se unan a la destrucción.